Inspirada en hechos de la vida real actual


LIBERTICIDIO 







I

Antes de salir a la marcha, nos estuvieron contando aquello  de andar más perdido que el hijo de Lindbergh. -¡Si hablan paja!- ¡Quiero salir a enfrentar la tiranía ya! -¡Cállate la boca!- Esta gente ha estado metida en peos más tiempo que tú y  yo  y que nuestros panas del country. –Me dijo- un estudiante de comunicación social llamado Jorge. Charles Lindbergh vino a visitar al Caudillo Juan Vicente Gómez, en Maracay lo recibieron con bombos y pamplinas, a ese piloto norteamericano quien había cruzado el atlántico por primera ves, desde Estados Unidos hasta Francia en su pequeño avión llamado el “espíritu de san luís”. Fueron varios días que estuvo el piloto en el país. ¡Coño que tanta paja hablan! ¡Siempre embobados por los extranjeros vengan de donde vengan! Por eso es que estamos como estamos. Dijo un estudiante levantando su molotov ansioso de salir a la avenida Universidad donde estaban esperándonos los demás protestantes.

-¡Bueno, Lindbergh, se impresionó con los 74 hijos que tenía documentado el propio General. Cuatro años después, en 1.932, su pequeño hijo de a penas veinte meses de edad, fue objeto del secuestro del siglo. La criatura, Charles Augustus Lindbergh junior, lo habían sacado de su casa por una ventana, pedían 50 mil dólares por su rescate. Hasta el reconocido gánster al capone se lanzó en una afanosa búsqueda, aunque en vano. Fue el 12 de mayo del 32 cuando un camionero se apeó de su vehículo a mear, y la impresión le hizo brincar de asombro. Estaba orinando sobre el cadáver de un bebé, que se hallaba medio sepultado, en estado de descomposición, con la cabeza aplastada, tenía un agujero en el cráneo y le faltaban varios miembros. –Los muchachos guardaron silencio-. Lo mataron de un golpe en la cabeza, afirmó el forense. El presidente Roosevelt, dio poder absoluto al FBI y hasta que por fin el 14 de septiembre de 1.934 detuvieron a un alemán en nueva york, Bruno Hauptmann, en condición de inmigrante ilegal. Hallaron en su vivienda 15 mil dólares y cierta indumentaria de bebés. Hauptmann fue ejecutado en la silla eléctrica el 3 de abril de 1.936.

-¡Como tiene que ser con los humanos inhumanos!- Inquirió súbitamente un vocero del centro de estudiantes quien llegó diciéndonos que ya todo estaba listo para la marcha del 12 de febrero. Es el año 2.014 y febrero es uno de los meses aciagos de nuestra historia.

Nos armamos con palos, cauchos, gasolina, aunque primero que nada estaban las consignas. ¡Abajo la tiranía de maduro! ¡Ucrania es el ejemplo a seguir carajo! Corearon en tono altisonante los estudiantes de la central. Parecía que todo iba a ser una marcha normal, y que antes del mediodía estaríamos todos de regreso a nuestros hogares.

-¡La marina tiene barcos, la aviación tiene avión…pero no tienen las bolas pa` sacar a este cabrón!- Consigna traída desde los lados del Táchira que causaba repulsión en los guardias nacionales y demás órganos militares y alternos a la milicia.


El fragor del gentilicio descontento ardió al unísono con los cauchos quemados. Estaban un grupo de guardias nacionales acordonando la esquina de tracabordo (la candelaria- Caracas).  Este 12 de febrero la candelaria recibió una masa de estudiantes enardecidos levantando pancartas a favor de la liberación de los manifestantes del Táchira y las miles de carencias en el aparato productivo que aún mayor desconsuelo arropaba en la medida que el discurso oficial le lanzaba la culpa a una conspiración yanqui. Llegaron a la Fiscalía General de la República, y el ambiente pasó de consignas y mofas anti régimen, a un lugar sitiado por perdigonazos, gases lacrimógenos, detonaciones raras, patadas y vidrios rotos, calles trancadas y quema de autobuses.

Luisa Ortega!- renuncia, eres una vendida del régimen. -¡Maldita vieja!- Vociferaron los estudiantes a la fiscal general, mientras quebraban a botella limpia los vidrios del recinto ministerial. En eso me mandan un mensaje: -¡Bajen! ¡Bajen! La vaina se puso fea, hay guardias y colectivos echando plomo limpio al que le caiga por la avenida sur 11. Salimos corriendo por la avenida de tracabordo, gentes gritaban desde los edificios maldiciones a los guardias y policías quienes disparaban sin piedad. Sonaban ya no perdigonazos, era una lluvia de plomo restañando en las puertas de locales y edificios. Recordé a Albert Camus: -El escritor no debe estar al servicio de los que hacen la historia, sino de los que la sufren-. Jorge, empezó a gritarnos que nos agacháramos que  las balas pasaban silbando las orejas.

Miré a los edificios y estaban francotiradores en las azoteas. No eran gringos, ni salvavidas. Ya casi rondaban las 3 de la tarde hasta que en un perímetro, arrinconados, divisamos civiles junto a guardias nacionales disparando a mansalva hacia la avenida universidad. La confusión dividió la masa de manifestantes. Llegó un motorizado a la esquina tracabordo y su acompañante decía: ¡Cuidado! ¡Están disparando! ¡Cúbranse nojoda! –Cuidado con los de la camioneta blanca-. Repitió como seis veces lo mismo blandiendo una 9 milímetros. No sabían cual blanco buscaban las motos matones.  De los edificios, lanzaban vidrios, porrones y panelas de hielo seco a los gendarmes gatillo alegres.

-¡Disparen! ¡No tengan que ver con esas viejas escuálidas!

¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! Sonaron las escopetas y nueve milímetros hacia los edificios de la candelaria. Pudimos percatarnos que en la camioneta pick up blanca, llevaban a un hombre tirado y abaleado, babeando en sangre, y los compinches que iban agarrándolo también soltaban plomazos con ametralladoras cuyo blanco eran los guardias nacionales. En los edificios, se veía claramente las gentes asomando sus celulares filmando y tomando fotos a todo el acontecimiento de la tarde.


-¡Chamo, cayó Bassil!
-¡Mataron a Bassil! ¡Malditos!
-¡Malditos Guardias! Dijeron unos que estaban agachados en medio de la balacera.

Llegaron los demás insurrectos universitarios dando novedad. ¡Esta vaina es una encerrona! Encerrona liberticida nojoda. Gritaban en gestos desarticulados los muchachos. Hay funcionarios al servicio del gobierno, que andan de civil chamo. Se bajó un carajo trajeado oscuro de una camioneta negra, hubiesen visto a ese hijo de la gran puta como descargó una ráfaga de plomo contra los estudiantes. -¡Estamos Jodidos!

Fue una ráfaga de disparos que accionaron no uno ni dos, sino decenas de funcionarios que compartían escenario con los motorizados y otros integrantes de los famosos colectivos que por alguna razón están con el gobierno. El Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) estaba disparando hacia la avenida universidad. Las chaquetas tenían estampado el emblema.
-¡Mataron al Juancho!- Le dieron en la cara o algo así.

Esta vaina es algo bien planificado pa jodernos a todos. –Dice Jorge. 
El peo es que hay heridos y cayeron varios estudiantes. Parece extraño que la única barrera policial que desapareció fue la que permitió que un grupo de estudiantes entraran al callejón donde al final cayeron Bassil y el otro. Vimos varios guardias agachados por largo rato. No entendimos eso. Mientras tanto, el gobierno estaba en cadena Nacional, entregando unos reconocimientos a unas maestras vestidas de rojo. De repente, todo quedó en profundo silencio y nos fuimos a nuestros hogares. Llegué a las 4 Pm. Pensé en Sartre: -“Estamos condenados a la libertad”.-

La semana siguiente iba caminando por la candelaria y llamó mi atención un grupo de señoras en una esquina blandiendo velas encendidas y lanzando plegarias. Es la esquina donde cayó abaleado el joven Bassil da Costa. Erigieron un altar, rezan un rosario por su alma. Hay fotos, flores y un mensaje que dice: -“Tu bala llevaba mi nombre y el de todo nosotros” Q.E.P.D-.
-¡Esto es insólito!-
-¡El imperialismo norteamericano está matando a nuestros estudiantes!- Dijo el presidente en una alocución nacional. Habló que iban a pagarla bien caro y que iba a llegar hasta el fondo de todo esto. Tomó la determinación de expulsar  los embajadores americanos de Venezuela. Igual respondieron los yanquis.

Nadie mandó mensajes de regocijo y cristiandad por el asesinato de Bassil. Aunque la bala que entró por el orificio nasal de Juancho Montoya, un simpatizante del gobierno, causó conmoción y varias voces oficiales mandaron condolencias, exequias, flores y hasta el himno cantar en el funeral de Juancho, dignatario revolucionario que murió en la batalla de la candelaria.

-¡Ahora entiendo!- Inquiere Jorge-.  Cuando abrí youtube me encontré con los muchos videos subidos. Eran las viejas y personas de los edificios, los que, con celulares y cámaras filmaron a los del sebin y a colectivos echando plomo.

-¡Claro!- No se fueron del lugar sin antes limpiarlo. Recogieron todos los casquetes de balas y hasta la sangre limpiaron. Borraron las evidencias pero lo que no pueden borrar son los incontables videos que desde los edificios pillaron.  

-¡Con razón pasaron largo tiempo agachados!- Dije.
El siglo XX terminó en sangre y por los vientos que soplan este siglo XXI va por el mismo camino.

                                                                                Por: José Morales
                                                                                                                       @Vautrin81
                                                                                                                    mail: epicuro1981@gmail.com 

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